La transformación tecnológica de los bufetes está en boca de todos. Legaltech es la palabra de moda en el sector y, aunque algunos buenos especialistas hay en este país, la norma viene siendo la impostura y el embuste. Como no.

Los abogados de hoy, lejos de ser meros espectadores, deben integrarse en la realidad empresarial como auténticos miembros del equipo. Aliados en toda regla, implicados con los proyectos que defienden y abonando el terreno de toda Start-up que se precie. En esta línea disruptiva de la economía y el mercado, el conocimiento tecnológico se erige como el gran valor añadido.

La sostenibilidad de los bufetes de abogados pasa por la implementación real del legaltech. La internacionalización, la transformación tecnológica y la total inmersión en el alma de la empresa, precisa de rigor tecnológico solvente. La capacidad para adaptarse a los cambios disruptivos que han tomado el sector legal de la mano de las renovadas necesidades del cliente contemporáneo, obliga a los despachos a estar alineados con un proceso de transformación de la que no se puede huir.

No se trata solo de simplificar o automatizar los procesos internos de los bufetes para lograr ser más eficientes, sino de transformar completamente el modo de afrontarse al ejercicio de la abogacía.

En esta dirección, hay que entender que, ni de lejos, es suficiente dominar el CRM de turno, ser el Leo Messi del “Power Point” y tener una buena conexión a Internet con un bonito ordenador de manzana; hay que llegar muchísimo más allá.

Transformarse significa abrazar la abstracción total del ejercicio de la abogacía

Los bufetes de abogados deben reflexionar sobre su entera existencia física, asumiendo que el lugar de trabajo tiende a lo intangible. El Cloud es el centro donde todo sucede, en detrimento de la oficina. ¿Caravanas de hora y media todas las mañanas para llegar al despacho? ¿Aparcar en zona azul, con el cortisol por las nubes, sufriendo para llegar puntual y sentarse frente una pantalla que te lanza, insolente, una frase positiva? ¡No, gracias! No parece muy razonable ni posible ni probable, pensar que una persona es capaz de desarrollar la mejor versión de sí misma bajo esas condiciones laborales anacrónicas para la era en que vivimos. Es ridículo imaginar que sí.
¿Cómo va a ser posible retener talento legaltech encorsetando las mentes brillantes a un espacio físico? Las escenas de tortuosos viajes a diario…, tren, metro, ferrocarril, caravana, aparcar, madrugón incluido, se repiten una y otra vez. En este sentido, no parece que los bufetes puedan dar fe de una implementación tecnológica ni de una transformación digital coherente o correcta. Están anclados en el anacronismo de siempre por mucho que se autoproclamen ‘despacho legaltech’.

Qué absurdas se vuelven las infraestructuras legales de proporciones bíblicas, abarrotadas de ambiciosos y exhaustos abogados luchando tan fuerte por un lugar en el cartel que se les doblega el entendimiento. Auténticos templos de la abogacía donde se moldea a genios (y a no tan genios) a imagen y semejanza de poderosísimos y anticuados barones de la Ley; caducos dinosaurios que enarbolan, incongruentemente, la bandera de “excelencia en Legaltech”. Increíble. Es el mundo al revés… Pero, como a menudo sucede en esta vida, aún hay quien cree en los enanitos verdes y, en un auténtico acto de fe, deposita su confianza en ese mítico lugar sin analizar el riesgo que supone ponerse en manos de cualquier persona de los cientos que habitan en él.

La industria legal española está inmersa en un proceso de absoluta, rotunda y total transformación

Para una Start-up emergente con intención de prosperar y aumentar su nicho de negocio, puede ser perjudicial ponerse en manos de un gran bufete clásico de dimensiones colosales, ya que éste, va a repercutir (evidentemente) en su minuta los gastos fijos estratosféricos que soporta y que pueden ahogar hasta el empresario más solvente. Para éstas empresas contemporáneas, una buena opción puede pasar por contratar un moderno despacho legaltech que se comporte como una extensión de su propio equipo y no como un ente aparte.

Un buen servicio es aquél personalizado: Bespoke, hecho a medida. Un equipo formado por el cliente y su bufete con el cual comparte ideas, mantiene relación y contacto permanente multicanal, tiene más probabilidades de alcanzar con éxito los objetivos deseados. La unión hace la fuerza.

En esta relación, cliente y abogado se reúnen dónde y cuando el cliente lo necesita.
Lo esencial del binomio es la inmediatez y la eficacia de las soluciones. El lugar físico donde se ejerce la abogacía es lo que menos valor aporta. Son la calidad del servicio y el talento los elementos que verdaderamente marcan la diferencia. El cliente moderno lo sabe bien. Su exigencia y conocimiento legal alcanzan niveles nunca vistos hasta hoy. Por ese motivo, exige contar con apoyo legal 24h al día, 365 días al año y encontrarse cerca de su aliado en los negocios y en la vida, entendiendo que la distancia no se mide en km, sino en tiempo de espera. En minutos.

¿Como encajar el modelo de negocio con la realidad legaltech en los bufetes?


La respuesta parece simple pero a la práctica resulta extremadamente difícil. Para encajar el modelo de negocio legal con la realidad tecnológica, hay que transformar por completo el modo de funcionar. Los Millennials tienen mucho que decir al respecto. La clave es ofrecer soluciones legales creativas con precios competentes y apoyarse sin reservas sobre el vector digital.

A pesar de todo, son innumerables los bufetes que publicitándose como vanguardistas y tecnológicos, no se atreven a cambiar. Y es que décadas y décadas de rutina legal pueden ser un insalvable handicap. Nunca es fácil desaprender cuando uno siente que es maestro de todos. El analfabetismo digital se convierte hoy en la flaqueza de Goliat.

En esta dirección, la capacidad de los bufetes para retener talento, implica necesariamente, ofrecer un modo nuevo de ejercer la profesión. Los horarios de trabajo, obsoletos y superados por la conexión permanente con el cliente, son un obstáculo insoportable para las mentes inquietas.
El trabajo del abogado moderno no puede de ningún modo basarse en un huso horario determinado cuando nos situamos en la tesitura del mundo globalizado. Trabajo en remoto y empleo de las TIC, con los resultados obtenidos como único aval válido. Eficiencia.

Sintetizando: la excelencia legal ya no es suficiente. Un bufete, y por ende sus abogados, deben ofrecer al cliente muchísimo más: saber estar, para estar siempre.
En una industria en la que la palabrería y la pomposidad están a la orden del día, conviene reflexionar si todo el ‘valor añadido’ y toda la ‘especialización’ que se ofrece en el mercado sirve de algo cuando termina el marketing y empieza la vida real. Cuando los socios más celebrados, del mejor y más reputado bufete de abogados, son incapaces de hablar en Inglés sin provocar la risa ajena y, sin embargo, venden soluciones legales a nivel internacional.

Laura Bachs

Laura Bachs
laura@aurisadvocats.com

Especialidades:
Derecho de las Nuevas Tecnologías, Protección de Datos y Derecho Procesal.