A lo largo de este año que se acaba os presentamos el proyecto “Auris”, un proyecto que nació de la ilusión de un grupo de abogados que creen firmemente en que la abogacía puede (y debe) reinventarse. Lanzamos una marca cuyo pilar fundamental son una serie valores, valores basados en la honestidad y el compromiso ético con el cliente, valores que deben ser y significar la carta magna de nuestra profesión, una profesión que, desgraciadamente, no está especialmente bien vista por el público objetivo.

A punto de cerrar este primer año de recorrido, hemos querido preguntarnos si estamos siendo capaces de cumplir con nuestro reto más complicado, que se nos perciba como una firma principalmente honesta y ética.

¿Qué son realmente los valores?

Los valores son convicciones profundas de los seres humanos que determinan su manera de ser y orientan su conducta. Estos son los que nos definen, primero como personas, luego como profesionales. Nos definen no sólo interiormente, sino frente a la sociedad.
La ausencia de valores provoca desconfianza. Una persona o empresa con valores cuestionables tarde o temprano es descubierta y el efecto que provoca es que los humanos dejemos de confiar los unos en los otros.

¿Qué son la honestidad y el compromiso ético?

La honestidad y el compromiso ético son valores básicos, muy arraigados a la naturaleza del ser humano, pero a la vez poderosísimos desde nuestro punto de vista. En nuestra profesión, son fundamentales. Se traducen en decir siempre la verdad al cliente, pensando, primero, en la consecución de sus objetivos, en su bienestar y en su tranquilidad. Decir la verdad, aunque duela, o aunque perjudique a nuestro negocio.
Los abogados, como los médicos, prestamos un servicio en el que el cliente se pone en nuestras manos para prevenir o solventar una crisis o un problema. El cliente debe confiar en nosotros. Para ello, es básico y fundamental que la transparencia sea total en el ejercicio de nuestra profesión.

¿Vivimos una crisis de valores?

Los medios nos cuentan día tras día ejemplos de personas, empresas, políticos e incluso instituciones que manipulan y apelan a la bondad o a la necesidad para conseguir sus propios objetivos: padres que mienten sobre la salud de sus hijos o su propia salud para lucrarse, estafas a personas mayores y vulnerables, estafas empresariales o piramidales, prácticas bancarias abusivas y carentes de transparencia, corrupción política y administrativa, etc.

La falta de valores es y sigue siendo noticia, lo que significa que no es generalizada, sino que es la excepción. Lo malo es que nos hace desconfiados frente al mundo. No es bueno que las personas tomen como referencia estas noticias para desconfiar de todo y de todos. Uno debe ser precavido y desconfiado con medida, pero uno no puede vivir desconfiando de forma generalizada.

Aquel que tiene un dinero que invertir necesitará confiar en su banco para tomar la mejor decisión. Si tiene algún problema, necesitará quizá un abogado que le ayude a solventarlo. Aquel abogado es posible que se sienta enfermo y necesite un médico que le ayude a encontrarse mejor. Y ese médico probablemente un día necesite vender o comprar un piso y deberá confiar en su asesor inmobiliario.
La confianza (especialmente en determinados profesionales) es fundamental para que la sociedad funcione.

A nuestro entender, no vivimos una crisis de valores. Hay y siempre habrá gente con más valores que otra, pero (a riesgo que nos tachen de optimistas) realmente creemos que son más los que los tienen que los que carecen de ellos. Quizá sí vivimos una crisis de confianza generalizada, provocada por esa minoría que, por desgracia, hace tanto ruido.

Entonces, ¿Cuál debe ser nuestro siguiente objetivo?

Generar confianza. Este es nuestro mayor reto. Sólo lo podremos hacer con nuestra práctica diaria, demostrando qué valores nos mueven. Demostrando que decimos la verdad, aunque duela. Haciendo todo lo posible para conseguir los objetivos de nuestros clientes. Aconsejando lo que es mejor para el cliente, no para nuestra firma. Ayudándole a tomar las decisiones que tomaríamos nosotros. Aconsejándole igual que aconsejaríamos a nuestros familiares más cercanos.

Deseamos que todos (abogados, economistas, médicos, banca, administración pública, etc.) podamos cumplir este reto para el año 2017. Que todos nos movamos por valores positivos. Que seamos un poco más empáticos a la hora de trabajar. Que recuperemos poco a poco la confianza de nuestros potenciales clientes.

Si nos movemos por los valores correctos, lo más probable es que, cada uno en su área, tomemos la mejor de las decisiones en todo aquello que hagamos, aunque no nos lo parezca a corto plazo.

Feliz 2017 a todos.

Auris Advocats

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