Seguir hablando de internet como una novedad es cosa del pasado, ahora que ocupa un rol central en nuestras vidas. Desgraciadamente lo que aún no es cosa del pasado son las campañas de desprestigio, insultos gratuitos y difamaciones que podemos encontrar en redes sociales y foros, últimamente en aumento, especialmente contra personas LGTB. La sensación de impunidad y la facilidad con la que se puede atacar a otros hacen que las redes sean un caldo de cultivo de este tipo de comportamientos.

Cuando estas agresiones pasan de ser algo esporádico o puntual para convertirse en algo continuado y dirigido a una persona concreta, se convierten en lo que conocemos como ciberacoso. Este puede tomar distintas formas, ya sea realizar comentarios amenazantes u ofensivos hacia alguien, enviar mensajes privados amenazantes o insultantes desde distintas cuentas creadas tan solo para eso, publicar sin el consentimiento de la víctima imágenes o videos suyos con la intención de causarle un daño, o bien difundir bulos o mentiras que tengan como objetivo minar la reputación o imagen de la persona atacada. Incluso simplemente señalar en un medio de comunicación la orientación sexual de una persona puede ser contrario al honor y constituir una vulneración de la intimidad personal, si dicha afirmación no guarda relación con la noticia en cuestión.

Las campañas de acaso y derribo pueden causar graves daños a la persona a la que va dirigidas. No solo puede verse dañada su reputación y su dignidad, sino que además también acostumbran a causarse secuelas psicológicas, necesitando la persona agraviada ayuda profesional para poder seguir adelante. Además, el hecho de que esto ocurra en redes contribuye a darle una difusión que en determinados casos puede ser hasta internacional, y tiene como consecuencia el hecho de que en ocasiones resulta casi imposible hacer desaparecer de internet el contenido difundido.

El ciberacoso puede ser constitutivo de distintos delitos, ya sea de injurias y calumnias, de amenazas, contra la integridad moral, o incluso un delito de discurso de odio punible. De la misma manera, si se causan daños reputaciones, morales, o psicológicos, podremos acudir a los Tribunales para obtener una indemnización por estos. Para protegernos de este tipo de ataques debemos tomar medidas cuanto antes para prevenir daños, y en caso de que ya se hayan producido, para exigir una compensación por estos.

En la mayoría de los casos la mejor respuesta es el blanqueo y la denuncia de la cuenta que nos ataca, pero esto simplemente no es efectivo cuando se trata de un acoso continuado y/o se están haciendo comentarios públicos que están ganando una amplía difusión. La mayoría de casos no se denuncian, ya que a veces la víctima no conoce sus derechos o bien cree que el procedimiento puede suponer una revictimización, cuando ello no debe ser así. Estar bien asesorados es el primer paso para frenar el acoso de forma eficaz.

En casos de ciberacoso deberíamos directamente solicitar asesoramiento de un profesional para intentar llegar a un acuerdo extrajudicial que implique la eliminación de todos los contenidos ofensivos subidos, una disculpa pública, y de ser procedente, una indemnización económica. De no ser eso posible, interpondríamos una demanda judicial para acabar con el acoso. Si tienes dudas sobre tu caso concreto, contacta con nosotros y te ayudaremos a solucionar el conflicto de la forma más rápida y discreta posible.


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