Pensar es una exigencia. Muchos profesionales piensan que el talento intelectual es lo esencial para hacernos un espacio de referencia en el mundo de los negocios. La realidad desmiente esa creencia. Dos ejemplos:

  1. En política no llega a líder quien tiene más talento intelectual, sino quien conoce mejor cómo funciona el poder.
  2. Hay multitud de empresas o profesionales que tienen talento intelectual, que son competentes, pero eso no quiere decir que sean competitivas, una referencia en el mercado. De hecho, la mayoría de profesionales son competentes pero no son competitivos.

Dicho de otra manera, son muchos los profesionales que son buenos en su especialidad pero solo una minoría cuenta con marca, es decir con capacidad de atracción del tipo de clientes y proyectos o casos que quiere tener. Es decir les falta talento comercial o dicho de otro modo, gestión de su marca para poder ser una referencia en el amplio mundo de los servicios que ofrecen

¿Por qué pasa eso? En nuestra opinión porque la gestión de la marca, en este caso de la propia marca, es la gran olvidada por parte de los profesionales. La mayoría nos pasamos la vida ayudando a los clientes; pocos dedicamos tiempo a ayudarnos a nosotros mismos, potenciando lo que nos hace singulares, diferentes en el mercado.

Ponemos multitud de excusas pero hay un motivo clave para no dedicar recursos a potenciar nuestra marca personal: el deseo domina nuestra mente y posterga el momento de ponernos a actuar al respecto. Posterga nuestro momento. A la mayoría nos falta suficiente voluntad para decir “¡Alto!, tengo claro que la principal estrategia en la vida profesional pasa por saber potenciar mis propias virtudes y por gestionar bien mis defectos o miedos que alienan o frenan mi carrera. El momento de actuar es ahora”.

Siempre hay un motivo para demorar nuestra mejora. Por ello muchas veces terminamos viviendo una vida profesional que otros nos marcan.

La marca personal es “el seguro de vida profesional”. Pensar, para potenciarla, es una exigencia. Pensemos.

Francesc Domínguez, socio de Barton Consultants